Decadencia cultural y degradación de la mujer

linchamientoComo es más que probable que a monseñor Aguer lo linchen a través de los medios de comunicación por su clara y valiente denuncia de la demoledora obra de degradación que se viene realizando desde hace años desde el más popular de los programas televisivos argentinos, el de Marcelo Tinelli, quiero hacerme eco de sus atinadas reflexiones. Hoy son muy pocos —tan pocos que dan ganas de decir “ninguno”, aunque no sería totalmente exacto— los que tienen el valor de plantarse frente a la subversión cultural que se está llevando a cabo desde muchos medios de comunicación, y con aval, en muchos países, de las políticas gubernativas. Decir algo equivale a exponerse al linchamiento a través de las burlas, del sarcasmo, de las tergiversaciones y de las calumnias. Ante tales riesgos, los más se callan. Pero el silencio puede ser, en algunos casos, pecado. Al menos el silencio de los que Dios ha llamado a ser profetas. Profeta no es el que predice el futuro, sino el que habla en público para recordar que hay Dios, y que hay una ley divina, una ley natural, y que todos hemos de comparecer ante Dios cargando los hechos de nuestra vida en nuestras manos, para ser examinados y ver si tenemos el peso correspondiente o estamos faltos de peso. Nuestra sociedad es una sociedad de falsos profetas, y lamentablemente a muchos eclesiásticos y laicos prominentes les calza bien este sayo.

Les pido, pues, que leamos atentamente lo que sigue y no miremos para el costado haciéndonos los distraídos o pensando que no somos nosotros los que tenemos que hacer algo al respecto. Por distraídos podemos caer en un pozo más profundo de aquel en el que ya estamos hasta el cogote.

P. Miguel Ángel Fuentes, IVE

 

Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa «Claves para un Mundo Mejor»

(6 de agosto de 2017)

 

Habitualmente yo no miro televisión, pero estas últimas noches me estuve flagelando con el programa del Sr. Tinelli y entonces puedo decir, con autoridad, que me parece que ese programa y su conductor son el arquetipo de la decadencia cultural de la Argentina; subrayo: de la decadencia de la cultura popular.

Lo digo refiriéndome a todo el contexto del programa, por el modo como se realizan las cosas, los gritos desagradables de quien dirige, que repite incansablemente las mismas muletillas, y por algo más particular, en lo cual me quiero detener: ese programa muestra, provoca, produce, la degradación de la figura de la mujer.

He notado que allí los personajes masculinos por lo general quedan siempre de lado. La pareja masculina del baile está sonriendo en un costadito y con ellos no se mete el famoso conductor, pero en cambio sí lo hace con las mujeres que bailan: empieza a describir o las fornicaciones circunstanciales, o los concubinatos que duran algunos meses o los adulterios (supuesto que en el concubinato haya adulterio), y todo con gran algarabía, como que son cosas normales, hazañas dignas de elogios, como que eso corresponde a toda mujer. También allí hay un grupo de bailarinas, semidesnudas, que suelen asentir y de vez en cuando el conductor engancha a alguna de ellas con algún personaje famoso y demás. Eso es el programa.

Yo me preguntaba ¿cómo es posible que haya tanta gente prendida a semejante bajeza? Pienso en los números del rating y la competencia con otros programas. Porque además se ve allí gente que asiste personalmente y festeja todo eso. Por eso digo que, para mí, es el arquetipo de la decadencia cultural de la Argentina y de la cultura popular, y es un intento tremendo de degradar la figura de la mujer.

¿Quién ha dignificado la figura de la mujer a lo largo de la Historia? Ahora se habla mucho del feminismo y sus conquistas; pero fue el cristianismo quien se ocupó de dignificar a la mujer, a partir de la figura principal del cristianismo después de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que es la Santísima Virgen María. A lo largo de los siglos, no sin muchas peripecias, que las hubo, según los diversos momentos culturales, fue gradualmente dignificando, la figura de la mujer.

Quiero decir algo que puede llamar la atención a muchos de ustedes. Eva Perón en un mensaje que dirigió a un Congreso de Mujeres en Barcelona, durante el gobierno de su esposo, dijo esta frase: “Nuestro siglo –refiriéndose al Siglo XX– será recordado como el siglo del feminismo victorioso y la victoria del feminismo consiste en la indisolubilidad del matrimonio y en la permanencia de la mujer en el hogar”. Esta frase, y la realidad a la cual esa frase se refiere, es un fruto del humanismo cristiano; en ella se expresa la dignidad de la mujer.

Ahora no es así. Ciertamente la mujer ha perdido su dignidad no sólo por el cambio de las costumbres, sino que el cambio de las costumbres ha pasado a las leyes. No solamente la introducción del divorcio, sino peor, como ustedes saben muy bien, el matrimonio prácticamente ha desaparecido como institución aún en el Nuevo Código Civil, que lo reduce a lo que yo llamo un “rejunte provisorio”; después está el matrimonio “igualitario” y demás. Y todo esto que el mundo de la farándula continuamente practica y difunde, todo esto de los amoríos entre políticos o deportistas célebres y vedettes o personajes del mundo de la farándula, es una vulgarización de la decadencia de la mujer. Me parece que esto es algo muy delicado para el presente y el futuro de la sociedad argentina.

¿Y entonces qué se puede hacer? Por empezar, ustedes no vean ese programa. Pero hay otras cosas que he notado: ese programa está bancado por empresas muy importantes; habría que avisarles a los directivos de esas empresas: “¿Señores ustedes vieron ese programa? ¿Saben lo que están pagando?”. Me pregunto si no se puede organizar boicots contra esas empresas; por ejemplo no comprar los productos de las empresas que bancan al Sr. Tinelli. Por empezar, es necesario hablar: decir que ese programa es de una fealdad, grosería e indecencia que no se pueden aceptar sin chillar. Además, como decía, hay algo muy delicado que toca a la esencia de la familia y por tanto también de la estabilidad social y de la suerte de un país. La mujer, y la mujer en relación con la familia, con una familia verdaderamente tal, con los hijos. La cuestión no es puramente moral, puramente de honestidad; sin dudas que ese es un programa que destruye la honestidad y el pudor más elemental, pero aquí hay una cuestión de carácter social, cultural, y con el tiempo, si estas cosas se multiplican y perduran impunemente, el daño se hará ver progresivamente.

Les pido que ustedes reflexionen sobre esto. Ya he hablado sobre el tema en otros medios y me llamó la atención la cantidad enorme de adhesiones que he recibido. Habrá que hacer algo para que baje el raiting, porque como todo es una cuestión de raiting, ojalá se logre que tenga que trabajar de otra cosa este señor.

 

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

 

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