Desborde y control de la fantasía (Lic. Marcos Randle)

NOTA: Publicamos en nuestro blog esta contribución que nos ha hecho llega el Lic. en Psicología Marcos María Randle, presidente del Ceytec (San Rafael, Argentina).

Desborde y control de la fantasía

Lic. Marcos María Randle 

Importancia de la actividad imaginativa en los procesos psicológicos sanos y patológicos. Valor terapéutica del manejo de la fantasía.

          

 

INTRODUCCIÓN

imaginacionHace un tiempo atrás, por sugerencia del P. Fuentes, me introduje en el estudio de la fantasía. Para ser honesto en un principio no le encontraba mucha satisfacción, debido a que siempre llegaba a la conclusión que había un sentido interno superior, la cogitativa. A este último se involucran casi todos los procesos psíquicos, porque tiene que existir el juicio valorativo particular para generar afecto, por ejemplo.

Sin embargo y a pesar de lo dicho anteriormente, he descubierto que la fantasía juega un papel muy importante en los procesos psicológicos sanos y, por ende, también en los patológicos.

Intentaré plantear en este trabajo las ideas y conclusiones que he ido elaborando hasta el momento. Tengamos en cuenta que es un trabajo aún en proceso, por lo que no hay que sorprenderse si nos deja la impresión de inconcluso, porque no será mera ilusión, sino que efectivamente, está sin concluir. A continuación procederemos en dos partes: en la primera haremos un resumen esquemático sobre de la imaginación. Un aporte desde la gnoseología aristotélico-tomista acerca de este sentido interno.

En la segunda parte, más breve, haremos una mención práctica, explicando aplicaciones psicoterapéuticas posibles.

I. PRESENTACIÓN TEÓRICA DE LA FACULTAD IMAGINATIVA 

1. Definición del nombre

Etimológicamente, imaginación deriva del latín, del verbo imaginari. A su vez este término tiene su origen en imago (imagen). De este último, nacen dos verbos: imaginare (hacer imágenes o representaciones) e imaginari (imaginarse algo), del que procede imaginación. El sufijo “ción”, con el que termina esta palabra en el español, indica acción y efecto, en este caso de hacer un “retrato mental”.

La actividad fantástica es tan fuerte en el hombre, que inclusive marca la deferencia primera entre el hombre y los animales. El hombre tiene fantasía, de la cual el animal carece.

Esta distinción es tan fuerte, que inclusive muchos la han tomado como la diferencia esencial del hombre con los animales.

Para muchos imaginarse e imaginación dice tanto como actividad cognoscitiva interior, interioridad representativa. Todo incluso el pensamiento se traduce por imaginar o recordar aparte de la sensación externa.” (Rodríguez, V., Los sentidos internos, Barcelona [1993], 31)

Esta es la aceptación más corriente, especialmente por aquellos pensadores que reducen todo el mundo interior noético a imaginación y memoria.

Ortega y Gasset se ocupó en hacer esa reducción en varias ocasiones: “La idea de imaginación…Pero conste: lo verdadero, y aún lo científico no es sino un caso particular de lo fantástico. Hay fantasías exactas. Más aún, solo puede ser exacto lo fantástico.” (Ideas y creencias, cap. I Obras Completas, 2ed. Madrid 1951, 394)

J.P Sarte en su L’imaginaire parece negar toda diferencia esencial entre imaginación y pensamiento, entre imagen e idea. Se trata solo de una diferencia de actitud general en su producción. Reconoce, sin embargo, diferencia esencial entre imaginación y memoria; y es que el objeto de la memoria es lo real-pasado, mientras que el objeto de la imaginación es constitutivamente irreal, negativo.” (Rodríguez, V., op. cit, 32.)

Para la filosofía clásica, sobre todo para la Escolástica, la imaginación o fantasía, hablando en rigor, significa una de las facultades sensitivas que integran el mundo interior del hombre.

 

2. Funciones de la imaginación

La primera función de la imaginación es conservar las impresiones de la sensibilidad periférica, a fin de poder servirse luego de ellas. Retiene y conserva; atesora las impresiones de los sentidos externos y el sentido común. Es-en expresión de Avicena- el “thesaurus formarum a sensu acceptarum” (Rodríguez, V., op. cit., 34).

Aquí está la diferencia con  los sentidos externos que no quedan impresionados por sus objetos y actos. Justamente por eso en ellos no pueden darse hábitos psicológicos.

Al respecto dice Victorino Rodríguez: “La imaginación, en cambio, por quedar impresionada es intrínsecamente educable”. Aunque quizá podríamos precisar mejor en que propiamente la imaginación no es educable sino más bien adiestrable, es decir, susceptible de adiestramiento. Esto es muy importante a la hora de trabajar sobre ella psicoterapéuticamente, como diremos más adelante.

Santo Tomás habla de esta primera función de nuestra potencia en estudio en los términos siguientes:

Puesto que la naturaleza no falla en lo necesario, es necesario que el alma sensitiva tenga tantas operaciones cuantas se requieren para la vida del animal perfecto. Y siempre que estas operaciones no se pueden reducir a un solo principio, exigen diversas potencias, puesto que la potencia del alma no es otra cosa que el principio propio de sus operaciones.

Ahora bien, es de notar que para la vida del animal perfecto se requiere que aprehenda no solamente las cosas en su presencia sensible, sino también cuando están ausentes. De otro modo, como el movimiento y la acción del animal siguen siendo el conocimiento, nunca se movería a buscar lo ausente, lo cual es contrario a lo que observamos, máxime en los animales superiores, de movimiento progresivo, que van hacia lo ausente aprehendido.

Por consiguiente, es necesario que el alma sensitiva del animal no solamente reciba las impresiones de las cosas sensibles cuando están presentes, sino que las retenga también y las conserve. Y como el recibir y el retener, en el orden corporal, pertenecen a principios diversos (pues las cosas húmedas reciben bien y retienen mal y a las secas les ocurre lo contrario) y por otra parte la potencia sensitiva tiene órgano corporal, resulta necesario poner una potencia que reciba las imágenes sensibles y otra que las conserve.

A la recepción de las formas sensibles se ordena el sentido propio y el sentido común…y a su retención y conservación se ordena la fantasía o imaginación, que son una misma cosa. Es, pues, la fantasía o imaginación como un cierto tesoro de las formas recibidas por el sentido” (S.Th. I, 78, 1).

A pesar de que la facultad imaginativa se hace evidente en su existencia por su ejercicio en ausencia del estímulo sensorial, esto no quita que actúe simultáneamente con los sentidos externos. Precisamente “por eso la imaginación puede conservar la imagen de los objetos sentidos. Son dos actividades simultáneas, esencialmente distintas, aunque causalmente dependientes. La actividad imaginaria que acompaña a la sensación suele ser más fiel a la realidad que la evocación imaginaria posterior a la sensación.” (Rodríguez, V., op. cit., 36-37).

La segunda función es representar.

La conservación de la imagen es sin duda para utilización de ellas en ausencia de factores sensoriales. La conservación se ordena a la evocación o reproducción imaginara.

Esta función evocadora le corresponde primariamente a la imaginación, aunque la memoria también la tiene, pero en una formalidad distinta (de preterición).

Santo Tomás nos habla claramente de  esta función imaginaria, distinta del recordar específico propio de la memoria:

Es manifiesto que cuando el alma se vuelve al fantasma, que es cierta forma conservada en la parte sensitiva, tenemos un acto de imaginación o fantasía, o también de entendimiento, considerando el universal en él. Mas si se vuelve al mismo en cuanto que es imagen de lo que antes oímos o entendimos, esto pertenece al acto de recordar. Y como ser imagen significa una cierta intención sobre la forma, por eso dice Avicena que la memoria mira la intención, mas la imaginación mira la forma percibida por el sentido” (In De mem. et reminiscentia, lec.3, n 343).

La imaginación es también creadora.

El nombre de  fantasía propiamente le viene a la imaginación por esta función de crear. Esta capacidad es tan marcada en el hombre, que incluso parece indicar la presencia de un quinto sentido interno, distinto de la imaginación. De este modo, por ejemplo, lo pensó Avicena.

Muchos autores modernos parecen reducir la imaginación a esto, a la fantasía. En psicología aristotélico-tomista la fantasía o imaginación creadora no es toda, sino parte de la actividad de la misma potencia: la imaginación.

A la hora de hablar sobre la capacidad creadora de la imaginación no podemos pasar por alto dos elementos fundamentales a los que Victorino Rodríguez hace referencia:

Límites de la fantasía creadora.  Para este punto tomamos textual a nuestro autor.

El primero  es de origen. La fantasía no es una vivencia psicológicamente primitiva. Nace y se nutre de la sensación externa. Lo imaginable es lo sentido por cualquiera de los sentidos externos. El ciego de nacimiento-decía Aristóteles- jamás podrá imaginarse los colores.

Otro es el término de evolución: La imaginación tampoco puede ir más allá de lo sensible, trascendiendo a formas superiores de conocimiento. Por más vueltas y combinaciones que se dé a sus contenidos nunca pasará de imaginar colores, sonido, olores, figuras, etc.

Tercera limitación: le viene precisamente de dónde le viene el poder creador: la razón. Si la imaginación del hombre es creadora, es porque brota de una naturaleza racional. Y la razón al controlarla y dirigirla, limita su espontaneidad.” (Rodríguez, V., op. cit., 43).

Los hilos del sueño. Haremos una breve mención al mecanismo de los sueños, tema que Victorino Rodríguez amplía bastante en su libro. Es, a mi consideración, un tema sumamente interesante que merece profundizar en su estudio.

La manifestación más notable de la imaginación creadora es el sueño. No porque actúa más que en la vigilia, llevada por el entendimiento (en el arte, en el discurso, etc.), sino porque en el sueño su despliegue es más simple, más específico.” (Rodríguez, V., op. cit., 44).

Al cesar el ejercicio sensorial y el control de la mente, la imaginación reproduce y crea con mayor autonomía y exclusividad.  Esto es fundamental para explicar la importancia del control de la mente sobre la imaginación: sin él se desborda y con él se controla. De hecho en ciertos estados de locura-como enseña el Dr. Pereyra- se asemejan mucho a los estados oníricos, donde disminuye la conciencia racional y el loco vive como en un sueño.

 

3. Lo imaginable

Nos toca ahora ocuparnos en describir el objeto de la imaginación en sus notas constitutivas y en sus propiedades:

a. El ámbito de la imaginación coincide materialmente con el sentido común y el conjunto de los sentidos externos. Las imágenes sensibles de lo percibido por éstos, serán las que primariamente muevan a la imaginación.

b. Posteriormente la actividad imaginativa tiene un término inmanente a la facultad, un producto que queda impreso en ella, un doble, retrato o semejanza de la realidad sentida. Es la imagen o fantasma, que será el objeto sometido a las representaciones y elaboraciones posteriores de la fantasía.

c. “Lo imaginable, que es, materialmente lo sensible, además de la nota de inmaterialidad en la motivación, común a todo acto de conocimiento, constituye un grado superior de cognoscibilidad, por el que la imaginación difiere específicamente de los sentidos común y externos.” (Rodríguez, V., op. cit., 50).

Tanto la imaginación como los sentidos operan sobre lo sensible, sobre lo material, si bien alcanzado inmaterialmente, en ambos casos. Esta especie inmaterial, está condicionada por las notas del individuo material. La diferencia va a estar en el desprendimiento de esas condiciones de la materia. El objeto de la imaginación está más aliviado del peso de la cantidad y límites espacio-temporales del hic et nunc.

Amén de cierta inmaterialidad que el objeto imaginable reviste, no está totalmente libre de las condiciones de la materia. Sin embargo pensamos con Santo Tomás que en el acto imaginativo las supera en parte, porque:

– No recae directamente sobre las cosas, sino sobre una imagen de ellas (cf. In III De anima, lec. 13, n. 794; De Veritatis, 10, 4 ad I).

– Independientemente de que estén presentes o no aquí y ahora (cf. In III De anima, lec. 6, n. 656).

– “Con abstracción de la cantidad física, quedándose con la cantidad matemática, continua o discreta. (por eso puede exagerar).

– Y con abstracción igualmente de la realidad física del movimiento y del tiempo, remontándose a una representación puramente imaginaria del espacio y del devenir cronológico.” (Rodríguez, V., op. cit., 52).

d. “La imaginación es, formalmente, más que lo sensible gravado por las notas de presencialidad espacio-temporal y de pasividad genérica. La imaginación vuela por la superficie de las cosas, y lo que no encuentra lo inventa. Por ahí termina su alcance; no tiene movimiento de profundidad, como el entendimiento y la cogitativa; no entiende. He aquí otra nota de su objeto: lo imaginable son los accidentes; los accidentes de la sustancia corpórea, aprehendidos en un cierto grado de abstracción preconceptual.” (Rodríguez, V., op. cit., 53)

e. El objeto de la imaginación es esencialmente subjetivo.

f. Lo estrictamente imaginable no posee movimiento pasional, “carece de emotividad”. “Sicut in pictura”:  Santo Tomás recoge esta expresión de Aristóteles;  la imaginación es especulativa, contemplativa.

 

 4. El imaginativo

Diremos breves dos cosas a cerca del sujeto imaginante y de la facultad imaginativa.

a. El sujeto imaginante es el hombre y los animales, al menos los superiores, porque dan pruebas inequívocas de obrar por motivos distintos del mero estímulo externo.

b. Facultad imaginativa. “El acto de imaginar o fantasear nace en el hombre a través de una facultad o potencia específica. La imaginación, como todas las demás potencias que son comunes al hombre y al animal, es de condición psico-física; está constituida por un factor anímico dimanante de la esencia del alma y un factor orgánico de proporción específica con las funciones propias. En función de esto diremos dos o tres características dignas de notarse:

– En rigor, no se debe decir que imagina una facultad anímica en un órgano o centro sensorial, sino que imagina una potencia orgánica o un órgano animado de virtud anímica específica: “La acción imaginativa es el compuesto.” (I, 84,6 ad 2).

– Una perturbación física del órgano imaginativo no solamente tiene consecuencias en la imaginación y en sus contenidos, sino que es perturbación de la misma imaginación y de su contenido habitual. Es el caso de la locura y similares.” (Rodríguez, V., op. cit., 58).

 

5. Integración a las demás facultades

La imaginación es una facultad específica, como ya se ha ido demostrando. Es esencialmente irreductible al entendimiento, a la cogitativa o a la memoria. Esto no quita que nos debamos quedar solo en distinguirla, es necesario explicar su independencia de existencia y de ejercicio.

Explicaremos brevemente las vinculaciones con las demás facultades, suponiendo aquí, claro está, el conocimiento de las funciones de las demás facultades de referencia.

 

A. IMAGINACIÓN-SENTIDO COMÚN

La imaginación depende  inmediatamente del objeto del sentido común, aprehendido naturalmente, en un grado de cognoscibilidad superior. Es una fuente próxima, así como los sentidos externos la fuente remota.

“Hay también dependencia objetiva de sentido inverso: el sentido común depende de la imaginación, no sólo entitativamente en cuanto que dimana del alma a través de ella, sino también objetivamente en parte, cuando las imágenes que reaparecen en la imaginación se ofrecen al sentido común para ser discernidas en el ámbito propio de este sentido.” (Rodríguez, V., op. cit., 62)

 

B. IMAGINACIÓN-COGITATIVA

La imaginación tiene una dependencia genética respecto de la cogitativa, en cuanto que dimana del alma mediante ella; pero en cuanto a dependencia objetiva “en el conocer ocurre lo contrario: la cogitativa percibe su objeto propio, las “especies no sentidas”, en el fantasma de la imaginación.” (Rodríguez, V., op. cit., 63).

Ha surgido muchas veces el planteo de si la cogitativa, al percibir su objeto formal en el material ofrecido por la imaginación (por ejemplo el aspecto dañino de la fiera), produce en sí misma otra imagen o fantasma, que tenga lo de la anterior más el nuevo aspecto descubierto, o si más bien su actividad consiste en captar simplemente su formalidad en el fantasma único producido y existente en la imaginación.

En Santo Tomás no se encuentra planteada la cuestión en estos términos, ni declaraciones suficientemente claras en que basar una solución tomista definitiva.

Victorino Rodríguez ofrece la siguiente solución: … “sí hay nueva producción de imagen en la cogitativa, pero sin reeditar el fantasma de la imaginación completado con la nueva revelación, sino simplemente formando una especie-sensible-judicativa, específica y numéricamente distinta de la imaginaria, aunque con referencia a ella.” En el ejemplo anteriormente aludido tendríamos el siguiente proceso: De la percepción de la fiera resulta una imagen en la fantasía con todos sus sensibles propios y comunes. La cogitativa percibe bajo tal figura un individuo nocivo, etc., formando una imagen sensible de carácter judicativo referida a aquel contenido de la imaginación.

Esto, según mi humilde opinión, es de vital importancia, porque en casos de exacerbación de la fantasía, también ayuda mucho el trabajo sobre la valoración de esas imágenes y de este modo disminuye, se desgasta y a largo plazo se atrofia la actividad imaginativa.

 

C. IMAGINACIÓN-MEMORIA

Estas dos facultades tienen funciones análogas: ambas son retentivas, y representativas o evocadoras. Además las dos dependen subjetiva y genéticamente de la cogitativa (antes la memoria que la imaginación) y coinciden en que ambas se alimentan originariamente de los objetos sentidos a través del sentido común.

La memoria no retiene y reproduce todo el fantasma de la imaginación, sino que conserva y evoca las apreciaciones propias de la cogitativa en referencia al pasado de una imagen. “Es-dice Santo Tomás-un hábito, esto es, una cierta conservación habitual del fantasma, no ciertamente en lo propio de él (esto pertenece a la imaginación), sino en cuanto que el fantasma es imagen de lo sentido anteriormente” (Rodríguez, V., op. cit., 65).

Esta imaginación en función de la memoria no es  la imaginación creadora o fantástica: las imágenes recordadas están ligadas a un tiempo real pasado, objetivo-subjetivo.

 

D. IMAGINACIÓN-ENTENDIMIENTO

“La imaginación humana tiene una especial fuerza y una función específica debidas al suppositum racional en que se da. En los animales no es creadora, ni tan potente en extensión y matices como en el hombre, llevada de la razón”.

Santo Tomás sostiene claramente que los sentidos externos del hombre son superiores por razón de la natural ordenación a la inteligencia. Este principio tomista debe entenderse, por extensión, de la imaginación. Es evidente que se advierte más la participación de la razón en la cogitativa y en la memoria, pero también se da en la fantasía, no solo entitativa y genéticamente, sino también en el ejercicio de sus funciones.

Además es doctrina constante de Santo Tomás que el entendimiento depende objetivamente del fantasma o especie sensible, no solamente en la adquisición del conocimiento, sino también en el uso de él: abstrae su objeto propio de la especie sensible y no entiende si no es “per conversionem ad phantasmata”, sobre la imagen sensible.

 

E. IMAGINACIÓN-APETITO

Santo Tomás afirma que la imaginación mueve al apetito, y que su moción no es inmediata, sino mediante la cogitativa.

“El apetito con todas sus pasiones o emociones depende funcionalmente de la imaginación. Tal dependencia, aunque indispensable, es mediata; mediante la cogitativa, que es la que capta el aspecto de conveniencia o nocividad de las cosas y de las acciones, motivo de cualquier emoción de origen psicológico” (Rodríguez, V., op. cit., 69).

 

F. VALOR GNOSEOLÓGICO DE LA IMAGINACIÓN

El ejercicio de la imaginación, sin duda tiene sus peligros en los que suele caer frecuentemente. Por eso tiene mala fama, no olvidemos que es “la loca de la casa”.

Este riesgo le viene principalmente de su independencia del mundo real y de la superficialidad de su objeto.

“Así como una buena imaginación, y más si media hábito educativo, es un gran auxiliar de la ciencia y del arte, una imaginación deficiente o viciada o simplemente no dirigida, es el mayor obstáculo para el ejercicio racional, máxime en el juicio exacto y penetrativo. Aunque el error, como la verdad, no se dé formalmente más que en el entendimiento, el desorden de la fantasía llevará fatalmente a él” (Rodríguez, V., op. cit., 71).

 

II. POSIBLES APLICACIONES TERAPÉUTICAS

El primer punto, consistió en una exposición teórica del concepto de imaginación, según la doctrina tomista de los sentidos internos.

Todo lo que hemos venido diciendo nos servirá sin duda como sustrato para las breves conclusiones que sacaremos a continuación, que son de exclusiva aplicación práctica.

Traigo  algunas técnicas que aplicadas en el consultorio me han servido para corregir patologías de la imaginación.  Son un pequeñísimo aporte, pero muy efectivo, y que ciertamente nos dará lugar para seguir incursionando en este camino.

Para ello me he apoyado en el sencillo pero tan efectivo método del P. Narciso Irala, quien a su vez se basa en el Dr. Vittoz. Tomando de él, dos brevísimas técnicas.

Primero explicaré las técnicas y luego explicaré en las patologías concretas (de la imaginación) que yo las he aplicado con parcial, y a veces total, eficacia.

 

1. Sensaciones conscientes

La primera de las técnicas se la denomina sensaciones conscientes. Se basa en el principio de que el ser humano posee infinitas sensaciones, debido a que sus sentidos (externos), “no descansan”, porque constantemente reciben estímulos del mundo, esté o no consciente de ello. Es decir, por ejemplo, no necesariamente soy consciente que mi dedo del pie toca la media que estoy usando, sin embargo esa “señal” está entrando.

Este altísimo  nivel de sensaciones que tiene el ser humano puede traer problemas cuando se es consciente de muchas de ellas, como enseña el P. Irala, y produciendo cansancio psíquico, etc. O también puede acarrear disfunciones psíquicas en  las personas que viven nerviosas, ensimismadas en sus problemas, preocupados o apasionadas, que rara vez tienen sensaciones nítidas. “Viven en su mundo subjetivo (nosotros diremos fantástico en nuestros casos)…salen poco al mundo exterior, hermoso y alegre, como criado por la Belleza Infinita, y cuando salen modifican sus sensaciones con pensamientos extraños, subjetivos, exagerados.”

La técnica consiste simplemente en una reeducación de la consciencia receptiva, mediante las diversas sensaciones. Al ocuparme de una “sana” sensación, realizada de manera consciente, mi atención se posará plenamente en ello. El efecto será  que la atención no se ocupe por un rato de las imágenes exacerbadas por la fantasía, y así se irá logrando desplazar aquellas por estas nuevas imágenes.

Sólo traigo dos de las sensaciones, que a en la práctica me han resultado las más efectivas, y que comprendiéndolas, por extensión se aplican a los demás sentidos:

 

A. Sensaciones visuales:

Para reeducarte procura aplicar tu vista por uno o varios segundos a un paisaje, a un objeto, a un color, a un detalle, con atención tranquila, casi pasiva, sin prisas, sin fijar tu pensamiento en otra cosa. Deja que el objeto penetre dentro de ti, a lo más íntimo de tu ser, al centro de tu conciencia. Deja que entre tal cual es, sin esfuerzo… Después de algunos titubeos y fracasos, lo que no tiene que desanimarte, de repente descubrirás que has acertado, que una sensación entró en ti por un instante, sin haber tenido que esforzarte y sin haber pensado en nada mientras la recibías…” (Irala, N., Control Cerebral y emocional, Buenos Aires [1994], 42).

 

B. Sensaciones del tacto:

Tu mano está sobre la mesa o agarra algo. Recoge esa sensación del contacto de tu piel con el objeto. Lo difícil al principio es no pensar en el objeto, sino sólo sentir algo en los dedos, darse cuenta de esa sensación…Esta toma de conciencia es un fenómeno que tiene que efectuarse con los dedos o en la parte del cuerpo que se pone en contacto con los objetos: pie y suelo, espalda y respaldo, etc.” (Irala, N., op.cit, 44-45).

Esta técnica puede ser sometida a la creatividad y ser aplicada en muchas circunstancias de lo cotidiano. Por ejemplo: sentir como el aire roza mi rostro mientras camino; o la planta de los pies durante una caminata breve, etc. Estos “ejercicios de receptividad…se pueden después aplicar a la vida ordinaria: hacer conscientemente algo de lo que antes hacíamos sin darnos cuenta”.

 

2. Ejercicios de atención, mediante la “concentración visual externa”

La otra técnica trabaja directamente sobre la capacidad atentiva del paciente. Evidentemente cuando hay un desborde en la fantasía por ejemplo, la atención cumple un papel muy importante. Esto se debe a que las imágenes se llevan toda la atención, lo cual trae hartas consecuencias: por ejemplo la falta de rendimiento en otras áreas, porque se mi foco está sólo en un sitio y descuida al resto, lo que produce mucho estrés y cansancio psíquico, además de dejarse arrastrar por las imágenes fantásticas.

Partimos de la base que todos, aún los enfermos psíquicos, pueden concentrar su atención por un instante.

“Concentración visual externa. —Si al trazar un punto pienso únicamente en él, tendré la concentración de un instante. Si lo prolongo en una recta, sin pensar en otra cosa, conseguiré una concentración de varios segundos. Trazaré, pues, en el aire con el dedo figuras amplias sin solución de continuidad, procurando seguirlas con atención; haciendo, por ejemplo, cinco veces cada una de las figuras siguientes (véanse los gráficos en el libro)”  (Irala, N., op.cit, 58).

 

3. Procesos psicológicos patológicos. Valor terapéutico del manejo de la fantasía.

Un conocido y ya mencionado trastorno de la imaginación es, sin duda, la alucinación. En el consultorio he tenido la oportunidad de ayudar a dos personas psicóticas. Ambas padecían de alucinaciones. Además del evidente tratamiento farmacológico que llevan con psiquiatra hemos trabajado algunas técnicas en psicoterapia, las cuales han dado mejores resultados de los que esperaba. (Recordemos que hemos dicho que la imaginación es el compuesto psicofísico, y que en estos casos el sustrato físico está dañado y necesita ayuda medicamentosa).

Para estos introduje el tema con el ejemplo de una película, «Una mente brillante», en la que se cuenta la vida de Jon Nash. Particularmente les hice ver una escena, que compartimos en el consultorio. En ella, sobre el final de la película, cuando le anuncian a Jon Nash que ha sido elegido para el Nobel, tiene un diálogo en el que dice algo así: «He aprendido a hacer una dieta mental». Este concepto es el que tomo. Para trabajar sobre esas imágenes que aparecen ante ellos, estos pacientes, deben hacer dieta, es decir abstenerse de ellas, ignorarlas. Para esto es de suma utilidad los ejércitos de atención y concentración, y los de sensaciones conscientes de Irala de las que más arriba hicimos mención.
De más está decir que con este tipo de pacientes no es fácil trabajar, y que ninguno terminó con un premio Nobel, pero se pudo avanzar bastante, lo suficiente para demostrar la eficiencia de las técnicas tratadas.

El otro trastorno que he trabajado en consultorio es el desborde de la fantasía, es decir, cuando se ve afectada la capacidad creadora de la imaginación. Esto lo he observado puntualmente en muchos casos, en cinco de los cuales han funcionado las técnicas. Dos de ellos eran adictos al sexo y los otros tres eran chicos con problemas de homosexualidad y adicción al sexo.

En estos casos, comparando con los mencionados anteriormente (psicóticos), he tenido mejores resultados. Hago mención explícita de uno de ellos: El joven “J…”, con un profundo problema de AMS, que ha tenido conductas homosexuales y que lucha profundamente por su recuperación, me planteaba que no puede luchar contra el fenómeno de atracción con algunos jóvenes que van apareciendo en su vida. Me decía: “Hay ciertos rasgos de algunos chicos que me despiertan mucho interés, y me empiezo a pasar la película, a completar imágenes, etc. Cuando en realidad ni siquiera conozco más que de dos veces de vista a esa persona.”

Aplicamos con él las técnicas de sensaciones conscientes y muy pronto empezó a tener mejorías en el control de “sus películas”. Esto me dio puntapié para mostrarle que es posible el cambio, que requiere mucho esfuerzo y que aunque falta mucho, ya ha logrado el primer paso: cortar con las imágenes, que por el solo hecho de combatirlas, pronto pierden fuerza y se desvanecen.

Aprovecho a agregar una técnica que se me sugirió cuando expuse esta ponencia en el encuentro de Psicología Realista en febrero de 2014.Teniendo en cuenta, como hemos dicho, que el primer límite de la imaginación en su capacidad creadora es la razón, cuando se desborda, conviene ejercitar el límite que mediante el ejercicio de la potencia superior. Tal es así que se me sugirió aplicarlo mediante íconos por ejemplo, en los que no sólo se ofrece una imagen sino que además contiene una inmensa explicación teológica y catequética. Me atreví entonces y empecé a aplicarlo de la siguiente manera: Busqué una hermosa pintura del año 1588, del famoso Greco, que se encuentra en la iglesia de Santo Tomé en la bella Toledo. La llevé al consultorio y le pedí al paciente (con una imaginación muy desbordada) que la mirara y que me dijera que veía. Luego de concentrarse un rato, refirió escasos datos que pudo divisar en la obra. Entonces le facilité la pintura, le dije que se la llevara a casa y que investigara a cerca de ella. La próxima sesión debía explicármela. A la semana siguiente recibí una clase magistral al respecto. Me dijo: “Me siento mucho mejor, me siento útil, no tan cansado y con muchas ganas de seguir. Esto me sirvió para no pensar tanto en las cosas que me carcomen la cabeza.” El avance, aunque parcial, se debe sin duda a que poco a poco la fantasía empieza a encontrar sus límites, impuestos por la razón.

 

CONCLUSIÓN

Evidentemente que la imaginación es uno de los sentidos internos más primitivos en el ser humano, por lo que para psicología y en psicoterapia quizá no deba revestir tanta importancia en su estudio como las demás potencias superiores, tales como la cogitativa y la memoria.

Queda claro que las aplicaciones vistas son solo el comienzo de un largo proceso terapéutico de curación.

Creo que en psicoterapia conviene empezar «de abajo hacia arriba», en un proceso ascendente, siguiendo el camino del conocimiento. Es decir, empezar desde los sentidos externos, luego la imaginación, etc. Esto establece un orden en el desarrollo de la terapia y traen consigo buenos resultados.

Estas técnicas explicadas muy brevemente son aplicables luego para el control de ideas más complejas, en las que media la cogitativa, la memoria y el entendimiento, tales como ideas obsesivas, paranoides, etc.

Además considero que por el solo hecho de aplicar estos ejercicios ya se ponen en mejoría las demás potencias. Esto es explicable a la luz del concepto de unidad hilemórfica del ser humano.

Queda mucho por estudiar y profundizar en referencia a la doctrina de los sentidos internos y su relación con la psicopatología. Éste es un minúsculo aporte que aún está en proceso. Espero que si no es tan válido en sí mismo, al menos puede sugerir otros temas de investigación.

Lic. Marcos María Randle

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