El problema del ateo (P. Miguel A. Fuentes, IVE)

ateismoEl problema del ateo es que el ateísmo no es una respuesta a nada. Profesar el ateísmo es condenarse a poner un signo de interrogación sobre la más importante, la más urgente, la más necesaria de las preguntas que angustian el corazón del hombre. Y lejos de tranquilizar, convivir con esta pregunta negando que tenga respuesta es la definición exacta del absurdo y de la angustia insoluble. Me gusta como lo expresó un ateo sincero, el famoso científico (biólogo) Jean Rostand [en una entrevista del libro de C.Chabanis, Dieu existe-t-il? Non, repondent…, París 1973]:

El tema de la fe «me lo planteo todos los días, sin cesar. He dicho que no. He dicho no a Dios, por decirlo brutalmente, pero, en cada momento, la cuestión vuelve a presentarse. Por ejemplo, cuando se habla del azar. Yo me digo: No puede ser el azar el que combina los átomos. Entonces, ¿qué?… Estoy obsesionado; digamos el término: obsesionado; ni no por Dios, al menos por el no-Dios… No es un ateísmo sereno, ni jubiloso, ni contento. No. Ni me satisface ni me llena; es algo vivo, siempre al rojo vivo. La llaga se abre sin cesar… En cuanto al problema de la existencia [del mundo, de los seres], no puedo dejar de decirle que estoy terriblemente angustiado».

P. Miguel Ángel Fuentes, IVE

11-12-2018

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